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aves de presa. Los ciudadanos normales nunca veían un proceso de borrado de cerebro.
O un cambio radical. Conveniente si podían llevar al azi a reentrenamiento completo, o
acabar con él. Era un Alfa, por Dios, y producto de Warrick, y quién sabía qué le habían
hecho las cintas de Rocher: él prefería estar seguro y se lo había dicho a Ari.
Rotundamente no, había dicho Ari. ¿En qué estás pensando? En primer lugar, es un
rehén. En segundo lugar, es un testigo contra Rocher. No lo toques.
Rehén de qué, había pensado Giraud con amargura. Ari estaba sometiendo a Justin a
unas sesiones nocturnas y, entre provocarle úlceras a Jane Strassen en cuanto al
reacondicionamiento del Laboratorio Uno y la relocalización de sus ocho estudiantes de
investigación, estaba tan envuelta en su obsesión con el proyecto Rubin que nadie
conseguía verla excepto sus azi y Justin Warrick.
Está en un lío mayúsculo. Ha perdido la juventud y todo eso.
Se va y me deja todo el lío de Novgorod. No toques a Merild ni a Kruger. No queremos
que el enemigo huya bajo tierra. Haz un trato con Corain. No es tan difícil, ¿no?
A la mierda.
Sonó el teléfono. Era Warrick. Jordan. Pedía que dejaran a Grant bajo su custodia.
No depende de mí, Jordie.
No me importa de quién venga la decisión.
Jordie, da gracias de que nadie haya iniciado un proceso contra ese hijito tuyo. Todo
esto ha sucedido por su culpa, no me grites.
Petros dice que la autorización de libertad depende de ti.
Es un asunto médico. No interfiero en las decisiones de los profesionales. Si te
preocupa el muchacho, te sugiero que dejes a Petros llevar a cabo su trabajo.
Él te ha pasado el fardo a ti, Gerry. Y Denys también. No estamos hablando de un
asunto de informes. Hablamos de un chico asustado, Gerry.
Otra semana.
A la mierda con eso. Puedes empezar por darme un pase de seguridad y hacer que
Petros conteste a mis llamadas.
Tu hijo está allí ahora. Tiene un pase, aunque no sé por qué. Él se ocupará.
Hubo un silencio al otro lado.
Mira, Jordie, me dicen otra semana más. Dos como máximo.
Justin tiene pase.
Está con Grant ahora. No te preocupes, todo va bien. Ya han dejado de sedarlo.
Justin tiene permiso de visita, lo tengo escrito aquí en la hoja, ¿de acuerdo?
Quiero que salga.
Está bien. Mira, yo hablaré con Petros. ¿De acuerdo? Mientras tanto tu hijo está con
Grant y ésa es probablemente la mejor medicina que puede tener. Dame unas horas. Te
conseguiré los informes médicos. ¿Estarás más tranquilo así?
Te llamaré de nuevo, Giraud. No te dejaré en paz.
De acuerdo. Estaré aquí.
Gracias llegó el murmullo del otro lado.
Bueno murmuró Giraud y luego, cuando se cortó el contacto : Maldito. Volvió a
anotar los puntos que quería comentarle a Corain, se interrumpió para llamar a la oficina
de Ivanov y pedir los informes médicos de Grant para la oficina de Jordan Warrick. Y
después de pensarlo un poco añadió: SPCS, si lo permiten las condiciones de seguridad.
No sabía a ciencia cierta qué podía haber en esos informes ni lo que había ordenado Ari.
III
El nuevo separador estaba trabajando. El resto del equipo estaba programado para el
control. Ari tomaba notas manuscritas, sobre todo porque trabajaba en un sistema y el
Anotador la molestaba. Había cosas que sólo la última tecnología podía hacer pero
cuando se trataba de sus notas todavía las escribía con un lápiz óptico en el TraDuctor,
en una taquigrafía que su Base en el sistema de la Casa ponía constantemente en los
archivos porque conocía su letra manuscrita: un programa pasado de moda, pero que
funcionaba como barrera para preservar la seguridad. La Base luego traducía, transcribía
y archivaba bajo su clave y su huella digital, porque ella le había dado la palabra clave al
comienzo de la entrada que deseaba hacer.
Nada que fuera realmente seguro hoy en día. Trabajo de laboratorio. Trabajo de
estudiante. Cualquiera de los técnicos azi podría estar allí controlando las cosas, pero Ari
disfrutaba del regreso a los viejos tiempos. Había contribuido en el desgaste de los
bancos del Laboratorio Uno, horas y horas inclinada sobre el material, mientras llevaba a
cabo el mismo trabajo que ahora, el antiguo equipo hacia que el separador que acababan
de tirar pareciera el sueño dorado de un técnico.
Y no tenía ningún deseo de recuperar esa parte del pasado. Pero sí quería decir Yo al
comienzo de ese proyecto, eso con seguridad. Quería su marca en el proceso y su mano
en los pequeños detalles desde la concepción misma.
Fui muy cuidadosa con el comienzo de este proyecto.
Yo misma preparé el tanque.
En la actualidad había muy pocos que hubieran recibido entrenamiento en todos los
pasos. Todos se especializaban. Ella pertenecía al período colonial, a los comienzos de la
ciencia. Hoy en día había universidades que educaban monos, «científicos», o al menos
personas que se consideraban como tales, que apretaban botones y leían cintas sin
alcanzar a entender cómo funcionaba la biología. Ella luchaba contra esa tendencia a
pulsar botones, una de sus prioridades era producir cintas de metodología aunque
Reseune se guardaba sus secretos esenciales.
Algunos de esos secretos verían la luz en su libro. Lo había decidido así. Sería un
clásico para las ciencias, toda la evolución de los procedimientos de Reseune, con el
proyecto Rubin como meta en toda su perspectiva, como prueba para teorías que se
habían desarrollado en las décadas de investigación de Ari Emory. Había pensado
titularlo provisionalmente IN PRINCIPIO. Todavía buscaba un título mejor.
La máquina escribió una respuesta para una secuencia conocida. El ordenador marcó
con rojo un área de discrepancia.
Diablos. ¿Era contaminación o un problema en la máquina? Hizo una anotación,
lapidaria, honesta. Y se preguntó si le convenía más perder el tiempo en reemplazar
aquella porquería e intentarlo de nuevo con una muestra de prueba totalmente diferente, o
intentar averiguar la causa del problema y documentarla para el archivo.
Si se decidía por la primera alternativa, la solución era sucia. Si tenía que hacer lo
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